Al maestro, con cariño.
Un prócer del rugby argentino. Papuchi Guastella falleció a los 85 años en Tucumán.
Un pedazo grande del rugby
argentino se fue esta madrugada con la muerte de Angel Guastella, no sólo un
prócer de éste deporte, sino un maestro con todas las letras.
"Papuchi", como todos lo conocían, era un verdadero sabio; quizá el
ojo clínico más agudo que haya habido en el andar doméstico de la ovalada.
Nació un 7 de noviembre de 1931 en el barrio porteño de Barrancas, donde vivió
la mayor parte de su vida, y murió en San Miguel de Tucumán, la provincia que lo
adoptó y lo cuidó en la última década y media, especialmente el club Tucumán
Lawn Tennis, donde a cuya cancha de rugby irán a esparcirse sus cenizas por
propia decisión. "Papuchi" enseñó el juego
del rugby hasta que su cuerpo dijo basta. Nunca dejó de hacerlo, aún cuando en
los dos últimos años su salud se deterioró y lo imposibilitó, entre otras
cosas, de participar de los festejos por los 50 años de los Pumas, aquella
aventura que lo tuvo como uno de los entrenadores con apenas 34 años y todavía
como jugador. El último homenaje lo tuvo cuando la mayoría de las glorias del
65 viajaron a Tucumán para visitarlo. "Tenemos que estar con
"Papu" sí o sí", dijo en ese entonces Guillermo Illia, de
Pueyrredón, el club que Guastella fundó en 1953 junto a su maestro, Jorge
Gutiérrez. "Yo soy Guastella, de
Pueyrredón. Y todo se lo debo a mis padres y a Jorge Gutiérrez", solía
decir, agregando en los últimos a Tucumán Lawn Tennis, el club que lo llevó
para enseñarle el juego -que no sólo es jugar- a los más chicos. Bajo su mirada
exacta pasó el actual apertura de los Pumas, Nicolás Sánchez, a quien
"Papuchi", como a tantos otros, quiso como un hijo. "Es un
fenómeno, pero tiene que estudiar", decía del 10. Otro 10, el mejor de todos, Hugo
Porta, también fue como su hijo. Es más: él decidió cambiarle el puesto; de
medio scrum a apertura. Quizá una de las determinaciones tácticas más
importantes que se hayan realizado en el rugby argentino. Guastella decidió
darle la capitanía a Porta cuando volvió a entrenar a los Pumas en 1978, tras
un sismo que dejó sin jugar a varias de las figuras de la época, entre ellos
Arturo Rodríguez Jurado, a quien "Papuchi" había promovido al
seleccionado en 1965. Porta nunca dejó de consultarlo y lo tuvo de guía, aún
después de retirarse. A Gutiérrez, su maestro, lo conoció
siendo su alumno en el Colegio Nacional Número 7 Juan Martín Pueyrredón.
"Yo tenía 14 años y todavía tengo fresco verlo entrar a Gutiérrez, que era
nuestro profesor de educación física, citándonos para que vayamos el domingo al
Planetario, donde estaba la cancha de Biei. Y ahí empezamos a jugar al rugby. Y
ahí empezó el amor". Guastella nunca se casó. Solterón
por naturaleza, Alicia fue su fiel compañera durante años, pero cada uno en su
casa. Hincha de Boca, peronista en un deporte mayormente antiperonista,
"Papuchi" fue un militante del rugby en todos sus ángulos. De ideas
firmes, nunca le escapó a la polémica, pero siempre escuchó al otro. Era
educado y comprensivo. Un caballero de la vida y del rugby. Fue el 10 de Pueyrredón, del
seleccionado de Capital campeón del Argentino y del seleccionado en 1956, 1959
y 1960. Su carrera como entrenador de los Pumas arrancó en 1965. En el armado
del plantel no sólo fue clave su ojo clínico para cambiar de puestos a
jugadores, sino su capacidad para armar grupos humanos. "Conmigo siempre
juegan los que son buenos tipos", decía. Con Alberto Camardón siguió al
frente de los Pumas hasta 1971. Volvió en 1978, donde promovió a jóvenes que
luego resultaron leyendas: Marcelo Loffreda, Rafael Madero, Tomás Petersen,
Gabriel Travaglini, los hermanos Iachetti, Marcelo Campo, Ricardo Landajo,
Alejandro Cubelli, Alfredo Soares Gache. Y otro hito fundamental: lo convenció
de volver a Héctor "Pochola" Silva. Dirigió a aquellos fabulosos Pumas
de 1985 que le ganaron a Francia y le empataron a los All Blacks, y junto a
Silva y Otaño tuvieron la mala experiencia en el primer Mundial, en 1987. Fue
su último acto en el seleccionado. Enseñó rugby en múltiples colegios
y clubes; misionó por todo el país. "Yo sigo siendo pobre", decía
entre risas, mientras a voz firme recalcaba que "el rugby tiene
adversarios, no enemigos". Cultor fervoroso del amateurismo y del juego
desplegado. Tipo entrañable. Angel "Papuchi" Guastella es un pedazo
grande del rugby argentino. Casi no quedan como él.
(Fuente: La Nación)